Pronombres: ellos/él
En esta temporada del Orgullo, rendimos tributo a los activistas, pasados, presentes y futuros, que se pronuncian a favor de la liberación de la comunidad LGBTQ+ y la igualdad de derechos. Sef Cavendish es un escritor autista, superviviente de la terapia de conversión de conducta, estudiante y crítico de psicología que se describe como un anarquista del género y alienta a todo el mundo a pensar y a ir más allá de los sistemas opresivos que constituyen nuestro mundo, ya sean narrativas peligrosas que hemos internalizado o estructuras de poder de las que nos beneficiamos.
¿Cómo llegaste hasta donde estás hoy?
Pinceladas de la historia de mi vida: siempre fui un muy buen estudiante de gran talento en la escuela, pero también era un chico excepcionalmente sensible, selectivo, olvidadizo, hiperactivo y muy poco educado, así que era criticado con frecuencia y con mucha dureza. Sentía que era o demasiado o no lo suficiente, y la única cosa en la que basaba mi valía era en mis notas. En esa época era tanta la ansiedad y la depresión que para cuando comencé la universidad, ya no tenía fuerzas para seguir y fracasé. Realmente sentí que no estaba hecho para este mundo. Estaba viviendo el episodio depresivo más peligroso de mi vida, y recuerdo pensar: “Me podría morir, o podría ganar tiempo hasta que encuentre la solución”.
Me busqué un trabajo cualquiera con chicos autistas porque parecía divertido y fácil. No podía imaginar la manera tan drástica en que cambiaría mi vida. Comencé viendo los vídeos de formación para el trabajo, y cuando escuché que la empresa decía que esta terapia podía “hacer que estos chicos no se diferenciaran de los demás”, me sentí sobrecogido con memorias traumáticas de un programa de habilidades sociales en el que participé de niño. Paré el vídeo llorando y comencé a consumir vorazmente todo lo que pude encontrar sobre el autismo. Aprendí que como consecuencia una larga historia de sexismo y de racismo en el estudio y categorización de las etiquetas psiquiátricas, existía una enorme comunidad virtual de personas que habían sufrido dificultades toda su vida porque no sabían que existía una explicación para sus problemas y diferencias hasta que ya fue casi demasiado tarde. Tras mi diagnóstico, quise ayudar a las personas a tener acceso a ese conocimiento sobre si mismos porque a mí me había salvado la vida, literalmente.
¿Por qué comenzaste a crear y a compartir contenido en las redes sociales?
Si la comparamos con otros tipos de justicia social, la comunidad neurodivergente ni siquiera está en el mapa. No se puede negar que existe la homofobia, pero incluso a día de hoy oigo a la gente decir que no existe el capacitismo porque no saben nada de ello ni de nuestras experiencias. Si no me hubiese presentado a ese trabajo, ¡no sabría nada de mí mismo! Los que somos identificados o diagnosticados a edad temprana solo tenemos acceso a una narrativa triste que nos enmarca como “defectuosos”, una historia que las personas diferentes con padres homófobos conocen demasiado bien. Al escuchar mensajes constantes de que “me das escalofríos” o eres “demasiado sensible” o simplemente no eres bienvenido, ello contribuye a las tasas tan elevadas de suicidios en nuestras comunidades. Para las personas queer y neurodivergentes, la vergüenza es lo que nos está matando literalmente.
En ese trabajo de terapia de conducta, que con el tiempo aprendería que estaba inspirado en muchos de los mecanismos de la terapia de conversión homosexual, veía las misma prácticas traumáticas que yo había bloqueado de los recuerdos de mi niñez. Intenté hablar, pero nadie me escuchó, y finalmente dejé el trabajo porque me di cuenta de que no había nada más que podía hacer para proteger a esos chicos. Decidí volver a los estudios para intentar que mi influencia fuera mayor, pero me estaba tomando demasiado tiempo. La gente está sufriendo ahora mismo. Yo sabía que no tenía las habilidades sociales para participar en las políticas públicas, y me agobiaba fácilmente como para participar en demostraciones de protesta. Sin embargo, mi discapacitación me enseñó a centrarme menos en lo que no puedo hacer y más en lo que sí puedo hacer, así que comencé a escribir en Internet. Con mi teléfono como megáfono, hice un llamamiento a las personas autistas a que participaran más públicamente, se dejaran ver, disfrutaran de su intereses que “daban escalofríos” y comenzaran a enviar información a todos los que nos cuestionaran. Recuerdo pensar: “Espero que esto se haga viral”. El hecho de que un vídeo de 30 segundos que termina con: “Está muy bien ser uno mismo” tuviera un impacto tan grande en más de un millón de personas, no me hizo sentir orgulloso de mis esfuerzos. En realidad, me horrorizó saber cuan necesitada estaba mi comunidad de cualquier atisbo de esperanza. Ya no me paso los días sintiéndome un inútil, ni perdido. He encontrado un propósito en dedicar mi vida y mi carrera a desafiar la narrativa de los defectos y la patología para reemplazarla por una de identidad propia positiva.
¿Quiénes son las personas que allanaron el camino para que pudieras llegar donde estás ahora?
Yo encontré mi lugar gracias a una persona. Después de fracasar en los estudios, y antes de encontrar el trabajo como técnico del comportamiento, yo era una persona queer reprimida en una relación seria con un hombre cisgénero. Él acababa de obtener su doctorado y nos íbamos a mudar a otra ciudad; yo estaba trabajando en un pequeño restaurante vegano para pasar el tiempo.
Una de mis compañeras de trabajo era una mujer transexual, la primera persona abiertamente transexual que conocía. Un día habíamos terminado el turno juntos y cuando todos se fueron, se me acercó y me preguntó cuál era mi identidad. Yo me quedé paralizado y le dije que no lo sabía. Me acababa de hacer un “undercut” y me dijo: “Cariño… ese corte… yo lo sé”. Y eso fue todo. Solo necesitaba que alguien me viera realmente como queer, que me diera permiso para identificarme. En conversaciones que mantuvimos cuando trabajamos juntos, ella cuestionó mi percepción de transexualidad, y creo que eso es lo que busco hacer con el autismo.
Eres muy activo en una variedad de temas, incluyendo la neurodiversidad y la transexualidad. Para ti, ¿cuál es el punto de intersección?
Creo que el ser autista es inherentemente “raro” de muchas maneras. Si el cerebro de las personas autistas está organizado para experimentar las situaciones sociales de formas distintas y el género y la sexualidad son experiencias sociales, las formas en que creamos nuestras identidades van a ser muy distintas también, incluso si eres cis y heterosexual. La mayoría de las personas lo pone todo en cajas y categorías para darle sentido al mundo, pero las personas autistas se conocen particularmente por pensar de forma binaria. El hecho de que yo no me identifique con una o dos categorías es al mismo tiempo frustrante y liberador, porque me obliga a definirme fuera de las narrativas que me han sido proporcionadas.
En tu vídeo, describes el estilo como una armadura. ¿Qué significa eso?
Enfrentarse al mundo como una persona marginada es como moverse por un campo minado de microagresiones. Al ser una persona hipersensible, esto unido a dificultades sensoriales puede desencadenar mi agorafobia. Tuve que buscar maneras de protegerme, así que la forma en que me visto hace esto por mí de muchas maneras. En algunos ambientes, mi cuerpo necesita presión para calmarse, y llevo jeans ajustados y cuellos vueltos muy pegados al cuerpo como si fueran prendas de compresión, junto con tirantes para mis articulaciones supersensibles. Otros días, puede que me sienta especialmente sensible y llevo una sudadera con capucha para eliminar el ruido y la luz, con mangas extralargas para no tener que tocar las cosas con las manos. Lo personalizo todo con gafas azules y varios elementos para protegerme del sonido. Para mí, el estilo es también una herramienta que utilizo para desafiar el capacitismo y la normativa heterocisgénero en todos los entornos en los que me muevo durante el día.
Hay momentos en que llevo un par de audífonos discretos, pero si voy a un lugar nuevo, me sentiré más cómodo si mi presencia como persona autista es conocida, y llevaré entonces auriculares con cancelación de sonido por encima de los oídos, en un color amarillo neón. Eso dice a los demás que estoy aquí y que soy distinto. El mundo es un lugar aterrador e impredecible, pero hay algo muy poderoso en un atuendo en el que te sientes bien. Te añade un aura de confianza en ti mismo en cada paso que das en ese territorio desconocido, ya lleves unas botas de combate o unos zapatos de tacón.
Hablando de utilizar tu cuerpo como marquesina, ¿podemos hablar de esa Trucker Jacket amarilla neón que personalizaste con la frase: “Dejad de llamarme chica”?
El primer día después de haberla personalizado, intenté llevarla a clase. En mi cuarto me pareció una buena idea, pero me paralizó la ansiedad al intentar bajarme del coche y perdí todas las clases ese día. Le saqué fotos en el baño y a la gente le encantó, así que la semana pasada, la llevé en público por primera vez, para ir a hacer la compra. Al entrar, un hombre me gritó desde la ventanilla del coche: “¡Que te internen!” Ese comentario me conmocionó, así que fui a otra tienda. Al pasar por las puertas automáticas, alguien que salía se dio la vuelta, vio mi chaqueta, y me gritó: “¡Chica!” Solo para llevarme la contraria.
Mi presencia incomodó tanto a esos hombres que intentaron persuadirme de que saliera de la sociedad para restaurar el “orden”. Yo puedo perder el control muy rápidamente, así que tuve que buscar la manera de mover el péndulo hacia el otro lado. Me dije a mí mismo: “Vaya, mi existencia es tan poderosa que soy una amenaza para la esencia misma de la sociedad por ser gay y estar en una tienda”.
Mi hucha de aspectos positivos es grande porque así tiene que serlo.
¿Cómo incitas al cambio en tu día a día?
Lo difícil del cambio es que no siempre estamos luchando con personas, sino con sistemas basados en ideas intolerantes, y a veces esas ideas están dentro de nosotros mismos. Puede que no esté aún en un momento de mi carrera en el que tenga el poder de incitar el cambio estructural, pero de momento, ayudo a personas autistas y a otras personas neurodivergentes a librar sus primeras batallas contra la opresión, simplemente aprendiendo a quererte a ti mismo. También soy un pequeño guerrero social quisquilloso que no tiene medio de decirle algo a los demás cuando sus comentarios perpetúan ideologías dañinas. Ser de esta manera no ayuda a tener muchos amigos, pero incluso si molestas a alguien o le haces sentir culpable o frágil, tus palabras se quedarán y facilitará que otros lleguen a ellas.
Algún día quiero conocer a un niño que haya nacido en un mundo de aceptación, y explicarle lo que significaba “el armario”.
¿Cuáles son algunas de las conversaciones que quieres ver más en la comunidad en nuestro trabajo a favor de la liberación queer?
He escuchado a algunas personas transexuales binarias admitir que temen que la comunidad no binaria, especialmente los que utilizan neopronombres, le están generando mala reputación a la comunidad transexual, o que las personas van a tomar menos en serio los derechos de los transexuales si se aceptan personas con géneros “raros”. Yo quiero que la comunidad queer reconozca el hecho de que esto es exactamente lo que las personas transexuales cisgénero le decían a los transexuales en los ochenta y los noventa. El caso es que alrededor del 70 % de la comunidad autista se identifica como “no-heterosexual”, (el lenguaje utilizado en el estudio). La mayoría de las personas transexuales que etiquetas como “que te dan escalofríos” son literalmente solo personas neurodivergentes a quienes estás acosando. Si tu movimiento social por la liberación se basa en asegurar que todos podamos ser aceptados socialmente, no estás entendiendo el concepto.
La transición perfecta para mi pregunta final: ¿qué legado te gustaría dejar?
Quiero darle a las personas de mis comunidades el regalo de comprensión de sí mismos que no esté basado en la opresión. Quiero que las personas con distintos privilegios entiendan que estar a la defensiva impide el crecimiento, y la culpa impide que utilices tus privilegios para crear alianzas. Solo quiero que mi padre se moleste en aprender cómo utilizar mi identidad en una oración. Pero por encima de todo, y tenedlo en cuenta porque esto va a ocurrir, incluso si es cuando sea muy, pero que muy mayor, un día quiero conocer a un niño que haya nacido en un mundo donde reine la aceptación, y quiero tener que explicarle qué significaba “el armario”. Así sabré que he hecho todo lo que podía y podré descansar en paz sabiendo que las personas que vengan tras de mí, seguirán mis pasos, igual que lo hicimos nosotros con nuestros mayores transexuales que nos precedieron.
Esta entrevista ha sido editada para hacerla más concisa y clara.